viernes, 31 de julio de 2009

Raphael - music to disappear in I

APORTO CABODOMUNDO.En este espacio para compartir "sin fronteras", me permito asomar hoy, con dedicatoria a Clara y Rociéitorrrr, una joya de extrema delicadeza.



La música del Raphael estadounidense (no confundir con nuestro cantante patrio) pone los pelos de punta por su extrema sensibilidad, en un estilo inconfundible donde mantos de sintetizadores nos elevan a un estado de profunda emoción. Hijo de un pianista y una psíquica, Raphael (nacido en Tulsa -Oklahoma- en 1948) heredó esa lógica capacidad para emocionar con su música, en la que destacó desde pequeño; educado por monjes benedictinos, éstos le instruyeron en la música clásica y el canto gregoriano, y seguramente de ellos heredó la religiosidad que se respira en sus composiciones, si bien también mantuvo flirteos con el rock, country, teatro callejero y una especial dedicación a la música orientada a fines terapeúticos (Raphael defiende que ciertos tipos de música afectan a diversos aspectos de nuestro ser). Todas esas influencias convergen en sus discos, como en esta pequeña demostración de intenciones, "Music to disappear in", editado por Hearts of Space en 1989 con diseño de portada del mandamás de la compañía, Stephen Hill (es la que podéis contemplar aquí), y distribuido en España por Sonifolk en 1990 con un rediseño, algo más apagado, de esa portada. Este disco se abre con el inmortal "Disappearing into you", delicadísima composición con base de piano muy melódico arropada por otros teclados en un acabado perfecto que deja sin palabras, constituyendo un momento fundamental de las Nuevas Músicas. Al poco nos encontramos con dos versiones del "Requiem in paradisum" de Gabriel Fauré, la primera en un estilo vocal, más fiel al original, y la segunda más personal, en un delicado acabado como de caja de música. "Resurrection" es otro de los grandes momentos del álbum, se trata de una pieza de ocho minutos definida como 'música del otro lado', y no han sido pocas las personas que han comentado a Raphael su utilización como ayuda para enfermos en fase terminal; contado así suena muy tétrico, pero la canción es vibrante y llena de emoción, sea o no un intento de interpretación del famoso túnel oscuro con la luz al fondo. La ambientación orquestal y de teclado continúa en temas como "I say rock'n roll prayers to a dancing god" ("Le rezo plegarias de rock a un Dios bailarín", otro bonito título para una música neoclásica muy en la línea de lo que nos ofrece Ray Lynch en discos como "Nothing above my shoulders but the evening") o "Silence", combinados con momentos más terrenales -posiblemente frutos del ambiente que se respiraba en su residencia de la isla de Maui, en las Hawai-, como "Primitive silence" o una especie de danza india titulada "Serpent", percusiva pero también muy relajada, fruto de su contacto con los indios huicholes. En este álbum, dedicado al espíritu creador femenino, los teclados de Raphael están complementados por eficaces guitarras, flautas y percusiones.
Raphael y la New Age (una experiencia de amor total a Dios para él) están tan unidos que los que se equivocaron cuando actuó en España y esperaban encontrar al gran cantante de Linares huyeron escandalizados. Él define su música como a la vez muy apasionada y espiritual, y desde Hawai continúa sirviéndola en pequeñas dosis, como la segunda parte de este trabajo, "Music to disappear in II", "Angels of the deep" o "Intimacy", discos emocionantes y totalmente recomendables para el cuerpo y el alma.

Seguiremos, en próximos días, con estos tres discos mencionados.





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